PLANTA DE LA MEZQUITA DE CÓRDOBA; SUS PARTES
La planta de la Mezquita de Córdoba (siglos VIII-X) responde al esquema
básico y primigenio de la Mezquita árabe, con una parte abierta o patio y
una cerrada formada con naves sostenidas sobre pilares si apenas
particiones, resultando ambos espacios cuadrangulares, continuos y
diáfanos, un reflejo de las necesidades de la oración del islam.
Inicialmente la mezquita presentaba una planta casi axial en su
composición, con el alminar junto a la entrada prácticamente alineado
con mirhab en su lado opuesto y las naves perpendiculares a la quibla.
Pero esta configuración inicial, así como sus dimensiones originales, se
vieron alteradas por sucesivas reformas para la ampliación de la misma
debido a la mayor afluencia de fieles al culto, aunque probablemente
también para dejar huella de la personalidad y prestigio de cada
gobernante, de su grandiosidad y poder en la mezquita quizás más
emblemática hispano musulmana. Estas sucesivas transformaciones fueron
realizadas a partir de la construcción inicial realizada por Abd
Al-Rahman I y continuada por Hisham I quien terminaría el patio y
levantaría el primer alminar, que sería derribado posteriormente por Abd
al-Rahman III para erigir uno nuevo. Aunque a pesar de estas
transformaciones se podría decir que sus sucesores hicieron reformas
continuistas y respetuosas con la estética de la obra inicial, una
constante de todos modos del último gran período de construcciones del
islam.
De las tres grandes ampliaciones (Abd al-Rahman III solo levantaría el alminar y ampliaría algo el patio) las dos primeras llevada a cabo por Abd Al-Rahman II y Al-Hakam II, se realizan en dirección a la quibla, trasladando esta hasta el límite del rio Guadalquivir, ampliando para ello la longitud de las naves y aumentando el número de columnas. La quibla y el mirahb se trasladan a ese nuevo límite. Las ampliaciones hasta ese momento conservan la axialidad original y la misma dimensión del espacio abierto del patio donde se ubica la fuente de la abluciones. Será la ampliación de Al-Hakam la que introducirá el ya conocido esquema en “T”, con una nave central algo más amplia alineada perpendicularmente con el mirahb y la quibla, además de otras notables innovaciones constructivas y ornamentales.
Es con la tercera reforma realizada por Al-Mansur en 978 d.C. con la cual se rompe el esquema original ya que la mezquita no podía crecer más hacia el río y tampoco podía hacerlo hacia uno de sus lados, el oeste, por encontrarse allí el palacio. La única salida era el lado este, rompiendo la simetría original y ampliando simultáneamente tanto el interior como el patio, realizando así la mayor transformación en cuanto al espacio, aunque no en cuanto a la calidad constructiva y estética de esta ampliación.
De las tres grandes ampliaciones (Abd al-Rahman III solo levantaría el alminar y ampliaría algo el patio) las dos primeras llevada a cabo por Abd Al-Rahman II y Al-Hakam II, se realizan en dirección a la quibla, trasladando esta hasta el límite del rio Guadalquivir, ampliando para ello la longitud de las naves y aumentando el número de columnas. La quibla y el mirahb se trasladan a ese nuevo límite. Las ampliaciones hasta ese momento conservan la axialidad original y la misma dimensión del espacio abierto del patio donde se ubica la fuente de la abluciones. Será la ampliación de Al-Hakam la que introducirá el ya conocido esquema en “T”, con una nave central algo más amplia alineada perpendicularmente con el mirahb y la quibla, además de otras notables innovaciones constructivas y ornamentales.
Es con la tercera reforma realizada por Al-Mansur en 978 d.C. con la cual se rompe el esquema original ya que la mezquita no podía crecer más hacia el río y tampoco podía hacerlo hacia uno de sus lados, el oeste, por encontrarse allí el palacio. La única salida era el lado este, rompiendo la simetría original y ampliando simultáneamente tanto el interior como el patio, realizando así la mayor transformación en cuanto al espacio, aunque no en cuanto a la calidad constructiva y estética de esta ampliación.
En planta pueden apreciarse rastros de estas sucesivas ampliaciones,
reflejadas en los gruesos apoyos que un día fueron los muros de
cerramiento, así como la quibla, que no se transformó en la última
ampliación y quedó del tamaño original y con el mirahb de la ampliación
de Al-hakam, probablemente la mejor intervención de todas. Las
transformaciones posteriores no alteraron tampoco una de sus
características más anecdóticas. Se trata del muro de la quibla que no
está orientado hacia la Meca, debido precisamente a estar alineado con
el curso del rio, lo que la convierte en la única mezquita con esta
disposición.
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